Estas navidades muchos nos plantearemos regalar o adquirir un disco duro externo para guardar fotos, almacenar información importante, trasladar datos de un equipo a otro, etc. Por ello, para tomar la mejor decisión los técnicos del Laboratorio de Recovery Labs, como expertos en este tipo de dispositivos, nos ofrecen una serie de recomendaciones para optimizar la compra y elegir el mejor disco duro externo.
Lo primero que tenemos que hacer es responder unas cuantas preguntas que nos ayuden a determinar la finalidad de uso del disco duro externo. De este modo, elegiremos un dispositivo adaptado a nuestras necesidades reales en lugar de decantarnos por el disco duro de oferta, o el último modelo con funcionalidades que probablemente no utilizaremos. Por ejemplo, ¿necesitamos mucha capacidad o en realidad no solemos grabar muchos datos? ¿vamos a trasladar el disco de un sitio a otro o lo usaremos siempre en el escritorio de casa? ¿queremos compartir los datos en una red o es para nuestro uso personal? ¿necesitamos que el dispositivo sea especialmente rápido? ¿nos gustaría ver la información del disco desde la televisión?, etc.
A la hora de elegir el mejor disco duro externo es necesario también detenernos en este aspecto. Una de las características en las que más nos solemos fijar es la capacidad del dispositivo. Normalmente, tenemos la idea de “cuanto más grande mejor” o “es mejor que sobre a que falte” pero debemos preguntarnos si realmente necesitamos un disco duro de gran capacidad. En este sentido y, siempre pensando en el futuro, estamos dispuestos a pagar un elevado importe por el disco duro de mayor capacidad del mercado, por si algún día necesitamos almacenar mucha más información. Teniendo en cuenta que la tendencia habitual del mercado del almacenamiento se caracteriza por la una reducción constante y progresiva de los precios de los dispositivos, sería más recomendable optar por una alternativa más económica si eligiendo un disco duro de una capacidad menor, adecuada siempre a las necesidades reales del momento. Para ello, debemos tener claro qué tipo de datos almacenaremos en el dispositivo, ya que no todos los formatos de archivos ocupan lo mismo. Por ejemplo, las imágenes, vídeos o archivos de bases de datos ocupan mucho más espacio que los ficheros de texto.
Otra cuestión importante, en relación con la capacidad, es la organización de la información que almacenaremos en el dispositivo. La tendencia más habitual, cuando se dispone de mucho espacio libre en el disco, es almacenarlo todo sin hacer selección de los contenidos realmente útiles. Nuestra obsesión por guardarlo todo (bautizada en ocasiones como el Síndrome de Diógenes digital) podría llegar a ser perjudicial. Tener un disco duro con mucha información innecesaria ralentiza el proceso de realización de copias de seguridad, dificulta la búsqueda de la información útil y, además, en caso de sufrir una pérdida de datos, podría hacer más laborioso y complejo el proceso de recuperación de la información.
El consejo de los técnicos: elige la capacidad adecuada a tus necesidades reales, ya que te permitirá adquirir dispositivos a precios más asequibles y te obligará a organizar mejor la información verdaderamente importante.
Si lo que buscamos es un disco duro que nos permita trasladarlo fácilmente de un lado a otro guardado en la funda del portátil o del netbook, lo mejor es un disco duro de 2.5” (como los que incluyen normalmente los ordenadores portátiles). Estos dispositivos se alimentan y conectan por USB, son compactos, ligeros y su reducido tamaño los convierte en los dispositivos perfectos para trasladar nuestros datos con facilidad.
Considerando que el hecho de mover o trasladar el disco le convierte en más propenso a recibir golpes o caídas, muchos fabricantes han diseñado modelos de discos duros con carcasas de materiales anti-deslizantes o capaces de absorber las vibraciones ocasionadas por un golpe. Eso sí, es importante tener en cuenta que tanto este tipo de carcasas, como muchas otras carcasas estándar, impiden la correcta disipación del calor que genera el disco duro cuando está en funcionamiento, lo que le resta fiabilidad al dispositivo.
Por todo ello, los técnicos recomiendan adquirir un disco duro de 2.5” para facilitar la movilidad pero advierten que no es aconsejable utilizar este tipo de dispositivos para hacer copias de seguridad, así como tampoco es conveniente tenerlos conectados de forma prolongada al equipo.
Sin embargo si lo que necesitamos es un disco duro que habitualmente permanecerá inmóvil y en el que almacenaremos nuestra información más valiosa, podemos optar por un disco duro de 3.5” (como los que suelen estar instalados en los ordenadores de sobremesa). Este tipo de dispositivos pueden tener varios tipos de conectividad (USB, Red, Firewire...) y poseen cable de alimentación con transformador, es decir, no se alimentan a través del USB. Además, la mayoría de las carcasas que utilizan estos dispositivos permiten una mejor ventilación, garantizando la correcta refrigeración del disco duro.
Si nuestra principal preocupación reside en conseguir la máxima seguridad para nuestros datos, los técnicos aconsejan un dispositivo con varios discos duros
de 3.5”, que permitan duplicar la información almacenada, ofreciendo más garantías de recuperación en caso de que alguno de los discos fallara. El único inconveniente que presenta estos dispositivos es que requieren unos conocimientos informáticos un poco más avanzados.
Independientemente de si moveremos o no el dispositivo, si lo que nos preocupa es la confidencialidad de nuestra información, los técnicos sugieren adquirir un dispositivo con sistema de cifrado de datos. Actualmente existen en el mercado muchos dispositivos que presentan esa funcionalidad e incluso, algunos que además de cifrar la información de forma lógica, requieren una autenticación física para acceder a los datos, como por ejemplo la huella dactilar del usuario.
Además de la capacidad y el tamaño o tipo de dispositivo, debemos fijarnos en el tipo de conexión del disco duro para que se adapte a nuestras necesidades. La más habitual es el puerto USB, ya que es un tipo de conexión común a múltiples dispositivos informáticos. Entre las distintas posibilidades que ofrece la conexión USB, la más rápida y actual es la 3.0.
Por tanto, si necesitamos copiar rápidamente información en nuestro disco duro externo,los técnicos aconsejan elegir dispositivos con dicha conexión, siempre y cuando el equipo al que vayamos a conectar el dispositivo cuente con puertos USB de este tipo. De lo contrario, de nada nos servirá que el disco duro tenga una conexión rápida, si el equipo no está preparado para ello.
Si estamos interesados en compartir información con otros usuarios, los técnicos sugieren adquirir un dispositivo que permita conectarse en red (bien sea por RJ- 45 o de tipo inalámbrico), para que podamos acceder a la información desde varios equipos. Utilizar este tipo de discos duros no es demasiado complejo, sólo necesitamos conectar el dispositivo al router, situándolo cerca de él y elegir cómo queremos compartir los datos.
Otra posibilidad es elegir un disco duro con conectividad por Firewire o i.Link (IEEE 1394) que es un estándar especialmente utilizado en dispositivos de la marca Apple y Sony, pero dado que la velocidad de esta conectividad ya ha quedado superado por el USB (el FireWire mas rápido permite una velocidad de 400 MB/s y el USB 3.0 de 600 MB/s) solo sería recomendable en el caso de tener un dispositivo que necesite este tipo de conexión.
Por último, si además de almacenar datos en nuestro dispositivo, estamos interesados en utilizarlo para ver contenido audiovisual, debemos elegir un disco duro multimedia. Este tipo de dispositivos generalmente cuentan con conexión USB para la escritura de datos y además, se conectan a nuestro televisor, DVD, monitor o proyector mediante diversos tipos de conexión: desde la más nueva y de alta definición conocida como HDMI a los clásicos RCA o Euroconectores.
Si estamos interesados en ver imágenes o vídeo en alta definición, los técnicos aconsejan elegir un disco duro multimedia con conexión HDMI. Eso sí, es importante tener en cuenta que, como ocurría al hablar de la conexión USB 3.0, para aprovechar las ventajas de este tipo de conexión debemos contar con un monitor o televisor que permita la entrada de datos a través de un cable HDMI.
Fuente: Recovery Labs.